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Con un 60% de la población mundial conectada a Internet, vivimos en la era de la interconexión, y es raro ver personas que no tengan como mínimo un smartphone o Internet en su hogar. Tanto es así, que se ha creado una tendencia llamada «el Internet de las cosas» orientada precisamente a esto, y es precisamente de lo que os vamos a hablar hoy en este artículo, ya que como es un concepto no tangible hay personas que no comprenden qué es concretamente.

El Internet de las cosas (IoT) es el proceso que permite conectar los elementos físicos cotidianos al Internet: desde los objetos domésticos comunes, como las bombillas de luz, hasta los recursos para la atención de la salud, como los dispositivos médicos; las prendas y los accesorios personales inteligentes; e incluso los sistemas de las ciudades inteligentes.

Los dispositivos del IoT que se encuentran dentro de esos objetos físicos suelen pertenecer a una de estas dos categorías: son interruptores (es decir, envían las instrucciones a un objeto) o son sensores (recopilan los datos y los envían a otro lugar).

El término IoT hace referencia a los sistemas de dispositivos físicos que reciben y transfieren datos a través de las redes inalámbricas, con poca intervención humana. Es posible gracias a la integración de dispositivos informáticos en todo tipo de objetos.

Por ejemplo, un termostato inteligente (es decir, que utiliza el IoT) recibe los datos de la ubicación de su automóvil inteligente, y ambos dispositivos conectados le permiten ajustar la temperatura de su casa a pesar de que no se encuentre allí.

El funcionamiento de los sistemas de IoT tradicionales consiste en enviar, recibir y analizar los datos de forma permanente en un ciclo de retroalimentación. Según el tipo de tecnología de IoT, las personas o los sistemas de inteligencia artificial y aprendizaje automático (IA/ML) pueden analizar estos datos casi de inmediato o durante cierto tiempo.

Por ejemplo, para saber cuándo es ideal controlar el termostato antes de volver a casa, el sistema de IoT puede conectarse a la API de Google Maps y, de este modo, obtener información actual sobre el tráfico en el área. Además, puede utilizar los datos a largo plazo del automóvil para conocer sus hábitos de conducción. Por otra parte, las empresas de servicios públicos tienen la posibilidad de analizar los datos de IoT de los clientes con termostatos inteligentes para optimizar el sistema en general.

Por lo general, el IoT capta la atención de los consumidores, cuyas experiencias con las tecnologías, como los relojes inteligentes, se ven afectadas por las preocupaciones en torno a la seguridad y la privacidad que supone el hecho de estar conectados de forma permanente. Esta perspectiva se aplica a todos los tipos de proyectos de IoT empresarial, especialmente cuando el usuario final es el público en general.

Las soluciones de IoT para las empresas les permiten mejorar los modelos comerciales actuales y entablar nuevas relaciones con los clientes y los partners, pero también implican ciertos desafíos.El volumen de datos que genera un sistema de dispositivos inteligentes (lo cual se conoce como big data) puede ser abrumador.El proceso de integración del big data en los sistemas actuales y la configuración del análisis de los datos para poder utilizar la información puede resultar complicado.

La seguridad es un aspecto muy importante que se debe considerar durante el diseño de los sistemas de IoT. Aun así, para muchas empresas vale la pena hacer el esfuerzo: hay casos prácticos exitosos en casi todos los sectores.

El edge computing permite que haya mayor potencia informática en los extremos de las redes de IoT, para reducir la latencia de la comunicación entre los dispositivos de IoT y las redes centrales de TI a las que se conectan.

La capacidad de los dispositivos para utilizar esa potencia informática en el análisis rápido e inmediato de los datos es cada vez más valiosa. El IoT surgió de la simple necesidad de enviar o recibir datos, pero el futuro radica en la capacidad para enviarlos, recibirlos y analizarlos con las aplicaciones del IoT.

En un modelo de cloud computing, los servicios y los recursos informáticos suelen estar concentrados en grandes centros de datos, a los cuales acceden los dispositivos de IoT en el extremo de una red. Es un enfoque que permite reducir algunos costos y compartir los recursos de forma más eficaz. Sin embargo, para que el IoT sea efectivo, es necesario que haya mayor potencia informática más cerca de la ubicación de los dispositivos físicos.

El edge computing distribuye los recursos informáticos al extremo de la red, mientras que todos los demás se concentran en una nube. Esta ubicación específica ofrece información útil con rapidez por medio de datos que requieren acción inmediata. Un ejemplo muy interesante es la coordinación de una flota de vehículos sin conductores que transportan contenedores con dispositivos inteligentes de seguimiento; pero hay muchos otros casos más prácticos, como la mejora de los resultados de la atención médica mediante el análisis de los datos en el centro de salud.

Piense en el ejemplo de los dispositivos de identificación por radiofrecuencia (RFID) y el sector del transporte: la comunicación entre los dispositivos y el lector siempre es unidireccional. Los RFID no pueden recibir actualizaciones, y las redes centrales de TI no pueden enviarles datos.No se trata de un sistema de supervisión permanente, así que el seguimiento logístico se limita a los registros de llegada en ciertas ubicaciones. Sin embargo, si fuera posible coordinar el dispositivo de IoT con los sensores instalados en los vehículos que los transportan, la red central de TI podría gestionar todos los datos.

En este caso, cada dispositivo físico de IoT necesitaría mucha potencia informática, en especial si la empresa de logística utilizara máquinas complejas, como los vehículos sin conductores. Los dispositivos tendrían que procesar los datos por su cuenta y tomar decisiones fundamentadas, en lugar de simplemente enviarlos, recibirlos y permanecer a la espera de instrucciones de la central a través de una red Wi-Fi. La implementación de la potencia informática más cerca de los extremos de la red, en lugar de la central de datos, se conoce como edge computing.